Microrrelato: El día que cambia la cuenta

Autor: Adrián Hernández Forte – Cronista de la Comparsa de Moros Beréberes

El día empieza torcido, es temprano por la mañana y toca buscar en silencio lo que anoche, igual que cada año, olvidaste dejar preparado. Toca volver a abrir el armario que bien podría ser un museo, repleto de recuerdos y emociones. Ese armario que cada festero abre más de una vez al año para comprobar que todo sigue en su sitio, y así poder sentir el olor y el tacto del raso y el terciopelo.

Entre capas, chalecos, camisetas de aquellos maravillosos años de cargo y pañuelos que más de un resfriado han evitado durante las noches de Troya, está aquello que ibas buscando, la sudadera de tu comparsa, esa que te hará sentir diferente y te ayudará a distinguir a los tuyos entre el resto de la gente.

Ya en la Virgen, toca colocar mesas, organizar bebida y servir bandejas de almuerzo. El almuerzo de este día, con sabor al mejor ajo y a la mejor gachamiga, que con tanta dedicación han hecho los tuyos, te traslada a los mejores momentos de septiembre. Tras el almuerzo y casi sin pensarlo, haces la visita que tanto tiempo llevabas en mente hacer. Nada más producirse el encuentro ya te arrepientes de no haber ido a verla antes, y es que la última vez que os visteis fue rodeados de pólvora y con lágrimas en los ojos, sin embargo hoy su mirada sólo te hace sonreír y pensar en lo que queda por venir.

En el día del Ecuador Festero, todo el ambiente que se respira es festivo, o mejor dicho festero, pues a partir de hoy el calendario ya no suma días sino que empieza a restar los 185 que faltan.