Microrrelato: El medallón del abuelo

-¿Pero dónde demonios está?, lo dejé justo aquí, estoy seguro, ¡es imposible que haya desaparecido!!- Papá,  iba de un lado a otro maldiciendo y entrando en cada una de las habitaciones,  alborotándolo todo y a todos.

-¿Qué es lo que buscas?- Pregunté curiosa.

-¿Qué voy a buscar? Mi medallón, el medallón de mi padre, no lo veo por ningún sitio, ¡y ya están saliendo los Marruecos!

Si había algo especial para papá en el traje de Nazaríe, sin lugar a dudas ese era su medallón, EL MEDALLÓN del Abuelo Antonio, ese que  no desprende el brillo del primer día,  pero el dorado viejo que lo cubría resplandecía con orgullo contando las historias de  generación en generación.

Año tras año, papá miraba al cielo mientras colgaba el medallón de su cuello, y entonces una sonrisa y una lágrima se le escapaban al tiempo. Y es cuando el metal, ese en cuyas cadenas se pueden contar cada uno de los desfiles que cuelgan a su paso, entra en contacto con la piel, cuando lo sientes, y cerrando los ojos, todavía me parece sentir su olor, alábega y puro…

Allí estaba papá, preparado para salir, sin su medallón, triste impotencia y mirada vacía que alzó al cielo en busca de respuestas, y entonces, al bajar la mirada allí estaba, el medallón del abuelo Antonio…posado cuidadosamente, listo para seguir sumando otro desfile más.