Acervo festero: «Origen de un blasón»
Autor: Carlos Forte Flor. Cronista de la Comparsa de Cristianos
No hay pecho sin blasón, literal o metafórico, ni blasón más antiguo en la calle ancha que el de la comparsa de Cristianos. La soldadesca, religiosa y militar a libras iguales, acompaña desde 1638 a la Patrona de Villena. Arcabuceros por parejas con un capitán y alférez han traído esta emocionante tradición hasta nuestros días. Pero los grandes grupos, ya sean por número o por relevancia, siempre han precisado de un blasón.
El que actualmente campea en la Comparsa de Cristianos proviene de los primeros años setenta. El renacer de la Comparsa de Cristianos en Villena vino acompañado del nuevo traje masculino de casaca de terciopelo negra y pantalón plateado –símil de cota de malla- completado con capa verde, casco, pluma blanca y hacha sobre el brazo derecho, como homenaje a esa soldadesca, germen de todo lo que vino detrás. La nueva imagen necesitaba de un nuevo blasón que les hermanase.
El escudo de la comparsa está compuesto por cuatro campos en su interior, tres de ellos hacen alusión directa a Villena por su origen y semiótica. El Castillo en flanco superior izquierdo rememora la pertenencia histórica a la Corona de Castilla. El costado derecho del escudo arrastra su simbología del infante Don Manuel, primer señor de la villa de Villena con la mano alada y el león. Completa este colage semiótico el campo de flor de lis sobre insignia cuatribarrada, reminiscencia del escudo heráldico del primer marqués de Villena, Don Alfonso de Aragón.
Esta composición atesora simbología e historia bajo un mismo blasón el cual es hijo de otro ilustre villenense, más contemporáneo en este caso, como es Miguel Flor Amat. El elemento que los aglutina a todos en su interior es la Cruz de Calatrava, una orden militar y religiosa que acabó por ser juez y parte durante la reconquista de Villena bajo el abrigo económico y moral de la Corona de Aragón.
Este escudo es orgullo de muchos Cristianos y Cristianas cuando el 5 de septiembre, a la caída del sol, comienzan a desfilar en capas y cinturones. Se vuelve a recrear así a la soldadesca, desfilando orgullosa ante la maternal mirada de su Patrona por las calles de Villena.