Consecutio temporum
Consecutio temporum
Esta vez os hablaré de tú, necesito un clima algo más relajado después del arreón que nos viene dando la pandemia. Bueno, necesito algo de sosiego para poder hablaros sobre acervo festero entrecruzando los caminos de mi Comparsa y de la Junta Central en el justo punto de 1970.
La verdad es que el asunto es fácil. Nos vamos al archivo, miramos los documentos de la época y algo nos alumbrará la vida. Lo malo de esto es residir a quinientos kilómetros sin la posibilidad de desplazarte, pero, sobre todo, lo peor, lo ignominioso, lo acerbo (ojo, que no acervo) es que las actas de esos años siguen desaparecidas. Mas de esto ya me he quejado en más de una ocasión y poco resultado hemos conseguido.
Sería una buena manera de acabar el artículo. Qué digo el artículo, sería un broche de oro a la trayectoria de este cronista, pero como los alumnos que levantan la mano antes de que hagas la pregunta, siento la necesidad imperiosa de contar algo. Y va a ser posible por dos razones: una es porque el libro es el mejor amigo del hombre y otra es que un buen compañero de gestora, Vicente Martínez Amorós, con toda su buena voluntad y generosidad, me envió hace unos días unas fotos de los más remotos boletines del Día 4, esos que ya se publicaban en la década de los 70. ¡Muchas gracias, Vicente!
Si la Junta Central cumple este año cincuenta años, mi Comparsa (tal y como la conocemos) no es mucho mayor. Por eso decidimos que teníamos que publicar para 2016 un libro que recogiera diez lustros de historias, escuadras, carrozas, directivas y fotos, muchas fotos. Tocó leer actas, así que allá que me fui, a la oficina de los Ballesteros. Allí, bajo el escrutinio de dos broncíneos cabezones, Frutos me fue dejando los libros de actas que yo iba pidiendo. Allí, baja la atenta mirada de los dos mismos cabezones, Jesús Baenas trataba de sacar en claro el archivo pdf que recopilara todo el libro (él le dio cuerpo a esa obra, la parte más laboriosa sin duda, maquetando una a una todas las páginas, casi na). Creo que a la quinta intentona salió un archivo aceptable, mientras que ante nuestra desesperación el rostro de aquellos dos cabezones permanecía impertérrito, impasible.
Y es que, si el gremio del séptimo arte en España tiene su “cabezón” con los Goya, los Ballesteros tuvimos el nuestro con el Premio Pedro Compañ, que nació en el año 2001 con el objetivo de premiar la labor de un colectivo. Los primeros trofeos que se entregaron tenían la forma de la cabeza de don Pedro Compañ, con un molde hecho en Valencia, si bien con el paso de los años se acabó por cambiar el formato (de ahí que haya dicho “tuvimos”, pero seguimos entregando el premio) a una bandeja plateada, a un cuadro de piedra o a un diploma (eso sí, con la imagen de don Pedro de nuevo). El primero de estos galardones fue a parar a manos de… la Comparsa de Ballesteros (todos tenemos un premio pues) y allí en la sede lo tenemos. El otro pertenece al sacrificado Grupo de Arcabuceros, de ahí que también resida en la sede.
Pero lo importante no es hacer que alguien levante un busto de bronce en una gala estival de presentación. Lo importante de verdad es reconocer el esfuerzo y la dedicación de esos socios que nos hacen el mayor regalo que se le puede hacer a una comparsa: su tiempo.
Y precisamente tiempo don Pedro Compañ y unos cuantos coetáneos suyos nos regalaron muchísimo. Es ese acervo inmaterial que tanto caracteriza la fragua de las comparsas de Villena. Aclaro en este punto que el apelativo “cabezón” con que he llamado al premio era un guiño a los premios cinematográficos y una forma de ennoblecer ese reconocimiento que durante casi dos décadas venimos ofrendando (además, ya el pasado año mi compañero de la Sociedad Musical Ruperto Chapí nos habló de otro cabezón, buscadlo, vale la pena). Si os gusta estar enteraos, os invito a visitar la página http://comparsadeballesteros.es/ y en ella podréis ver todos los reconocimientos y muchas cosas más. Constataréis además que en los últimos años se decidió cambiar el formato del premio, pudiéndose otorgar a una persona concreta.
Pero no nos estrenamos con los homenajes en el 2001. La Escuadra de Arqueros durante muchos años otorgó el Premio a los Mejores, cuyo propio título ya define el objeto del galardón. Pero la historia aún se retrotrae más en el tiempo.
Los Ballesteros tenían apenas cuatro años de vida, un traje que desteñía a punto de fenecer y emergía la Junta Central. Era 1970 y Villena era nuestra. Y faltaba un año para el HITO: el nacimiento de las camisas amarillas. Sin embargo, y ahora es cuando disgusto a los de arriba, a los que nos ponen “deberes” a los cronistas, no hablaré de 1970 (como siempre, desobedeciendo), aunque esta vez no me voy a ir tanto por la tangente.
Como he dicho antes, Vicente Martínez me ha salvado la vida y ha tenido la generosidad de enviarme unos artículos aparecidos en el boletín Día 4 de 1976. Ahí podemos leer un titular como La lección de los Ballesteros. En ese año 1976 la Comparsa de Ballesteros llevó a cabo un acto en la noche del 27 de marzo con el objeto de homenajear a sus más veteranos activos. Se trataba de socios fundadores que habían pertenecido a las extintas comparsas de Americanos y Árabes y que por cuestiones básicamente de edad ya no podían salir a desfilar por las calles de Villena.
El homenaje tuvo lugar tras la cena de rigor. Una cena a la que asistieron los socios de la Comparsa “con sus esposas”, así como la directiva de la Junta Central, también “con sus esposas”. Los homenajeados fueron Andrés Pardo Hernández, Miguel Sánchez Domene, José García Ventura, Antonio Compañ Pardo y Antonio Izquierdo Mira.
Por tanto, aquella noche se entrecruzaron dos grupos importantes para nosotros: los fundadores de los Ballesteros y los fundadores de la Junta Central. Allí estaba el primer presidente de los Americanos (Miguel Sánchez), el primero de los Ballesteros (Pedro Compañ, quien abrió el turno de intervenciones) y que da nombre al premio con que actualmente rendimos homenajes y allí estaba Antonio Torres, todo un recordman, pues es el único que ha asumido la presidencia de una comparsa (la nuestra), de la Junta Central y de la UNDEF, todo al mismo tiempo. Él fue el encargado de ejercer de maestro de ceremonias, dando paso a homenajeados y a representantes de la Junta Central. Por parte de esta última hablaron el entonces presidente Francisco Navarro, así como Vicente Prats y Alfredo Rojas. Cerró el turno de palabra el teniente de alcalde, Diego Menor García. Además, a Miguel Sánchez Domene se le declaró por parte de la Comparsa como socio activo y eficaz de más edad, amén de que cuatro años antes había sido nombrado por la Junta Central festero ejemplar. El caso es que casualidades hay pocas, y Miguel Sánchez era el abuelo de otro socio muy activo y eficaz, Frutos. Creo que sobran las palabras o basta con eso de «de tal palo…».
Allí estuvo presente nuestro principio y el de la Junta Central. Y aunque desde aquí yo no otorgo premio alguno, sirva este escrito para rendirles un pequeño homenaje. Todos ellos constituyen una lección de acervo festero, tal y como titulaba aquel añejo boletín de 1976. Y es que, si lo piensas, en cualquier lugar de nuestra fiesta podremos encontrar tiempo pasado, presente y futuro, y ninguno de ellos puede existir si no existen los demás.
