Una pieza corsaria en el engranaje de la JCF
La década de los 60 y el inicio de los años 70 fueron para la comparsa de Marinos Corsarios una época de ebullición que daba el pistoletazo de salida para la quita y ultima época de la historia de la comparsa (de 1961 hasta la actualidad). Fueron años de expansión y rejuvenecimiento con el registro de un número singular de socios. La ilusión y el espíritu festero de sus componentes y de las directivas que dirigieron la Comparsa en aquellos primeros años de la época, promovió muchos cambios para el desarrollo y evolución de la comparsa que hoy conocemos.
Eran tiempos difíciles donde la presión política y económica hacía frenar la formación de muchas asociaciones. D. Francisco Mullor García, presidente de los Marinos Corsarios (1969-1972), junto a un grupo de presidentes de las comparsas de aquella época, decidieron formar una comisión de fiestas que se constituyo formalmente en 1970 con D. Alfredo Rojas como presidente. La dedicación y empeño de D. Francisco durante los seis años que formó parte de la Junta Central de Fiestas (JCF), hicieron que alguna de sus propuestas sigan todavía vigente tanto por la trascendencia que tuvieron en su momento como la importancia que continúan teniendo. Entre ellas, cabe destacar la propuesta que fue aprobada en 1971, de otorgar un premio diferente a la mejor Escuadra Especial de cada bando. Hasta entonces solo se otorgaba un premio único, fuese del bando Moro o del bando Cristiano. Don Francisco argumentó la dificultad que presentaban las escuadras del bando Cristiano por competir en igualdad de condiciones con las escudaras del bando Moro debido a la majestuosidad tanto del diseño como de la confección de los trajes, así como las peculiaridades propias de cada uno de los bandos. Otras de las propuestas que se realizaron ese año y que se mantienen en la actualidad fueron la de hacer el Ecuador Festero, realizar el desfile de la Esperanza y la publicación del boletín “Día 4 que fuera”.
Un hecho curioso que pone de manifiesto la entrega y dedicación de D. Francisco por las fiestas, fue encargarse de manera altruista de la organización y distribución de las sillas por las calles de Villena durante los desfiles de Moros y Cristianos. Durante los primeros años, la crisis económica determinó la falta de recursos para contratar a una empresa que se encargase de realizarlo, sin embargo, D. Francisco puso a disposición de la JCF sus propios empleados y materiales para que se llevara a cabo sin gasto alguno.
Finalmente, desde estas líneas queremos agradecer a esos primeros hombres que fueron piezas fundamentales del engranaje que daría lugar a la JCF, por su valentía, disposición y trabajo en aquellos comienzos complicados, pero que sin duda sembraron la semilla de lo que conocemos cinco décadas más tarde.
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Las cronistas