
Regala música
Cuando yo era más pequeño se regalaba música. En santos, cumpleaños, navidades… siempre era normal regalar algún CD o Vinilo, como algo significativo y emocional. Incluso a veces se escribían en las contraportadas dedicatorias o mensajes que hacían que vinculases para siempre esa música con alguien, con un momento único, con un recuerdo feliz.
Grabar un cd o un cassette para alguien en especial, dedicarle unas canciones, era un acto de dedicación, de complicidad, de cariño que muchas veces quedaba para siempre. Era regalar también un espacio de tu tiempo. Por eso, cuándo julio levanta el vuelo y agosto empieza a aterrizar, siempre me gusta desempolvar el viejo estuche de cd´s del coche de mi padre para escuchar pasodobles y marchas moras. Música que vinculo con momentos únicos, con recuerdos felices.
Porque, por algún motivo, hay algunas piezas musicales que nos despiertan inmediatamente los resortes de nuestra memoria. Y suele pasar con mucha música festera, que nos trae recuerdos de cuándo éramos niños y tus padres te llevaban de la mano a los ensayos de la comparsa, en la Rambla Chonga o en cualquier otro lugar de nuestra querida Villena.
Hace unos días, hablando de esto con mis primos pequeños durante la comida del día cinco, de música, recuerdos, pasodobles y marchas moras bajo el turbante, me dijeron que ellos no escuchaban cds con música festera las semanas previas a las Fiestas. No porque no quisieran, sino porque no sabrían donde escucharlos. Que eso de los cds era cosa de gente mayor. Ya ni se me ocurrió preguntarles por un discman, o un walkman. Se hubieran echado a reír. Ahora todo es streaming, youtube, spotify, iTunes, playlists… Y esto no es un canto a la nostalgia, tampoco una queja, pero ¿qué regalamos ahora sí queremos regalar música?
Por eso, cuándo no hace demasiado tiempo, nos regalaron una partitura original para clarinete de la marcha mora “Los Nazaríes de Villena”, del puño y letra del compositor Don Manuel Carrascosa, con su firma al final, no pude dejar de emocionarme. No pude dejar de pensar que, pese a las modernidades de los nuevos tiempos, no todo está perdido. Que sigue habiendo mil formas en las que continuar regalando música. Que siempre habrá melodías, notas, acordes, que continuaremos vinculando con momentos únicos, con recuerdos felices, con, por ejemplo, un timbal que empieza a sonar en la Losilla bajo el sol de la entrada.
Javier Román Beneyto.