
Está científicamente demostrado que los humanos, como seres sociales, tenemos la necesidad innata de pertenecer a un grupo o colectivo. Buscamos vernos arropados por gente a la que reconocer como iguales y a la que sentir cercana.Nos vemos representados con banderas, símbolos y colores que nos identifican como grupo. Por tanto, ¿qué son las comparsas sino una comunidad de la que formamos parte y que se acaba convirtiendo incluso en nuestra familia?
Creo que todos estaremos de acuerdo en el sentimiento, prácticamente indescriptible, que aparece un día cinco de septiembre, con el bloque preparado y la música empezando a sonar, cuando dejas que ésta te invada junto a la ilusión y la alegría, y al abrir los ojos, percibes la explosión de colores y el movimiento incesante que nuestras fiestas traen consigo. Te ves rodeado del bloque al que perteneces, todos/as vistiendo los colores de la comparsa, portándolos con honra y alegría. Y súbitamente, el orgullo invade el alma.
Esto ocurre porque los colores que representan a una comparsa no son solo colores, y eso es algo que los almogávares, con nuestra intensidad sentimental y orgullo tenemos muy presente. La comparsa de Almogávares,mantenemos por bandera los mismos colores que aquellos mercenarios de origen catalano-aragonés a los que aludimos. Ondeamos nuestra bandera tal y como lo hacían aquellas tropas de choque que lograron ser temidas en el Mediterráneo, sirviendo como lazo entre el pasado y el presente, no solo heredando sus colores, sino también tratandode plasmar sus vestimentas y tomando su esencia guerrera y carácter comunitario como propio.
En nuestra bandera encontramos el rojo, que vibrante como la sangre y representando la fuerza y la violencia, nos recuerda todas aquellas batallas y saqueos que acababan siendo charcos de sangre, de las que los almogávares salían invictos. A su lado, el amarillo, que simbolizando felicidad y riqueza representa a aquel ambiente familiar y amistoso característico de nuestra casa, el Asedio.
Estos colores acaban representando nuestra identidad individual, ya que es la comparsa donde hemos crecido y vivido muchas experiencias que nos convierten en quien somos ahora, y colectiva, porque nunca desfilaremos solos, sino que lo hacemos codo con codo con personas que se sienten tan orgullosas de nuestra comparsa como nosotros mismos.
A pesar de que cada almogávar siente de forma diferente por su comparsa y sus fiestas, el escudo y la bandera de la comparsa son la representación tangible de todas y cada una de las diversas emociones que sentimos los/las almogávares individualmente. Por lo general, se trata del entusiasmo de pertenecer a algo más grande que uno/a mismo/a, una esperanza colectiva de algo duradero.
Porque los colores que vestimos, o el escudo que portamos, acaban en una percha hasta el siguiente mes de septiembre, pero el espíritu festero que nos hace acudir a la casa de la comparsa y nos empuja a luchar por ella con altivez es la que nos acompaña durante el resto del año. Este espíritu nos recuerda que estas fiestas son parte de nosotros, y que en el corazón y en el alma tenemos tatuada la corona y la senyera.
En conclusión, nuestra comparsa no es tan diferente de aquellos guerreros que daban su vida por su patria y bandera, y que conquistaban todo aquel territorio enemigo que sus botas de cuero pisaran. Nosotros con el escudo bordado en el pecho y un orgullo desorbitado conquistamos el corazón del espectador luciendo con esmero nuestros colores y galantes trajes, que no brillarían del mismo modo sin el peso emocional que todo almogávar depone en ellos.
Ainhoa García Valero.
Comparsa de Almogávares.