DÍA 4 QUE FUERA

La frase popular "Día 4 que Fuera" hace referencia a la víspera de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena.

Hasta los años sesenta, las fiestas comenzaban el día 5 de septiembre por la mañana con la Fiesta del Pasodoble, y fue en esa década cuando se añadió el pregón de fiestas. Por eso, el día 9, después de despedir a la Virgen por la mañana y de celebrar la entrada de Nuevos Capitanes y Alféreces; y el intercambio de bandas, por la tarde, la gente decía popularmente "día 4 que fuera", expresando así su deseo de que las fiestas empezaran de nuevo ese mismo día, es decir, que o terminaran.

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EL ROJO DE LOS MOROS VIEJOS

EL ROJO DE LOS MOROS VIEJOS

Si alguna vez nos detuviéramos a conversar sobre los elementos más representativos de una comparsa, probablemente nos costaría decantarnos por uno solo. Podríamos hablar de su historia, de sus costumbres, de sus armas y complementos, de sus propios pasodobles y actos, pero un elemento que destaca por encima de todos son los colores que la representan. De hecho, cuando un forastero visita nuestras fiestas, solemos introducirle en el mundo de las diferentes indumentarias con expresiones como: “los de los pantalones amarillos”, “los de negro y blanco”, etc.  Y sin apenas darnos cuenta, atribuimos un color a cada una de las comparsas que conforman nuestras fiestas.

Si hay una comparsa en Villena en la que el color es más que identitario y característico, esa es, sin duda, la Comparsa de Moros Viejos. Pensar en los Moros Viejos es evocar, de inmediato, el color rojo. Un rojo, que lejos de ser un simple color, es un estandarte de historia, simbolismo, identidad, poder, elegancia y expresión.

Una historia del linaje moro que sigue representando esta comparsa desde hace más de 180 años, recordando en cada paso sus raíces. El color rojo era utilizado en tiempos del Al-Ándalus en ropajes y estandartes, pues simbolizaba el poder, la valentía y la energía del grupo.

Símbolo de autoridad y jerarquía, representando el valor de cada batalla de nuestros antepasados. Tanto es así, que muchos de los califas utilizaban ropajes con tonos rojos para expresar su poder y alto estatus. Además, en cada lucha aparecía el rojo como color de la sangre y el fuego, que representaba la resistencia y el espíritu guerrero.

El raso rojo es la elegancia que se asoma a lo lejos cuando se aproxima nuestra comparsa. Un rojo que brilla a pleno sol cada 5 de septiembre, un rojo que arde como una línea de fuego y una brasa viva en medio de la fiesta. En definitiva, un color que atrapa la mirada de cualquiera y deja huella en la memoria de quien lo contempla.

Dejando de lado estos elementos, el rojo es el sentimiento, la pasión y el amor que cada uno de nuestros socios sienten por nuestra comparsa.

En definitiva, aunque este rojo majestuoso va acompañado de otros colores, como azul de nuestras camisas y del blanco en nuestros chalecos; estos colores cumplen un papel secundario. El rojo no solo se ve: se siente.

 

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