La sala de los Tesoros Olvidados
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¿Quien no ha jugado siendo niño a ir en busca del tesoro escondido? Fingimos ser grandes buscadores de tesoros y siguiendo un mapa tras superar grandes pruebas por el camino, nuestra aventura finalizaba con un grito victorioso de alguien que clamaba: ¡Lo encontré, lo encontré, he encontrado el tesoro!! Esos mismos gritos se escuchaban desde mi interior al tiempo que mi corazón eufórico regulaba su ritmo cardiaco…
Fue una tarde como cualquier otra, guiada por esos buenos nazaríes que han crecido entre lanzas y turbantes llegamos a la cumbre más alta de la Alhambra, y allí estaba yo, en mitad de aquella sala oscura y desconocida para mi hasta entonces. Un pequeño haz de luz se colaba por el hueco de la puerta entreabierta, ayudándome a visualizar entre la oscuridad y el paso del tiempo, todos los pequeños tesoros que allí habitaban.
No podía creer que todo este tiempo ese lugar permaneciese allí, inmóvil, esperando ser descubierto por alguien que le diese luz …Mis ojos, ya vidriosos paseaban intentando colarse en cada uno de los rincones recónditos en el tiempo, y de repente miles de imágenes se sucedieron en mi cabeza, recorriendo desde mi niñez, toda una vida nazarí entre medias lunas y abanicos, dorados metales y marchas moras, incluso pude ver esos recuerdos y anécdotas que vi en las fotos de papa y el abuelo.
Allí estaba todo, desde esos inmensos leones que coronaron durante algunos años nuestra plaza, tan grandiosos y sorprendentes como el primer día, los reyes de la plaza, los curiosos banderines tan coloridos y originales que anunciaban el nombre de nuestras escuadras, esos que fueron estrenados en nuestro aniversario, cajas y cajas llenas de recuerdos, momentos capturados en los que el tiempo se evapora y vuelves a oír las carcajadas y bromas de aquellos que ya no están, de los que se fueron a otro lugar e incluso de aquellos que siguen con nosotros aunque dejasen parte de su cabellera por el camino. Y entonces lo vi, presidia una de las estanterías, justo al lado de las columnas interminables de libros antiguos, era real, y parecía que a pesar del tiempo todavía conservaba parte de la elegancia y la belleza de su primer día, había oído hablar tanto de el….el “nuevo turbante” ese que fue estrenado en 1970.
Y todas esas letras escritas en otros tiempos, toda esa historia festera Nazarí enterrada y oculta allí, una sala grandiosa con el más valioso tesoro que jamás existió antes, miles y miles de momentos escritos de mano de nazaríes que han pasado a lo largo de toda nuestra historia, todos allí reunidos en aquella sala de los tesoros olvidados donde espero que muy pronto vuelva a entrar de nuevo esa luz que en su momento la iluminaba.