A horca o garrote
Aperos y otras armas maseras
¡Ay de los que nos quieran fieros y beligerantes! Esto no es una amenaza. Es todo lo contrario. Porque, aunque aceptemos el vocablo “arma” como objeto a portar en los desfiles de fiestas, poco tienen que ver las nuestras con herramientas para provocar la muerte ¿O sí? Quizá esta sea otra manta de la que tirar. Una manta simbólica, no la que llevamos recostando, precisamente, al arma sobre el hombro. Aunque no carguemos con ballestas, lanzas, picas ni espadas, contamos con una variedad de piezas igualmente reconocibles. Pasen y vean esta colección.
Horca
Se podría empezar por cualquiera, pero la lógica nos invita a arrancar con la horca. A día de hoy, no está clarificado el momento en que se empezó a usar la horca en nuestra comparsa. En el célebre reportaje en vídeo de Isidro Gosálbez de las Fiestas de 1929 sí aparece la fila con horcas, algo orientadas hacia atrás. El garrote, sin embargo, sí está inmortalizado desde el mismo 1926. Eso sí, nuestra comparsa se creó en similitud a la Filà Maseros de Alcoy, la cual en el primer cuarto del siglo XX ya llevaba la horca o forca como una de sus principales armas. Por influencia, podría ser que no tardara en incorporarse, ya fuese en 1926 o en los sucesivos años. Actualmente es la principal arma masculina “de gala”: es la que usan la mayoría de bloques en La Entrada y La Cabalgata. La cargamos en el hombro izquierdo, apoyada sobre la manta. Empuñada, como se suele decir. Respetando nuestro Reglamento Interno, “horca de labrador al natural con cuatro dientes”. Y, aunque no se dice nada más en ellos, en nuestro caso suele ser maciza de madera. Protagonista de los principales desfiles, cuando se alzan en la profundidad del bloque masculino llegan a imponer.
Diseño frontal del traje masculino y horca (J.F. Domene y A. Sempere).
Captura del reportaje en vídeo de las Fiestas de 1929. Labradores con horca (Isidro Gosálbez Aznar)
Desde el punto de vista práctico y real, una horca se utiliza para aventar, cargar y descargar la paja trillada. La trilla es el proceso de separación del grano y la paja. Aventarla es lanzarla al aire con la propia horca para que, por efecto del viento, se aparte del grano. La horca, además, también sirve para retirar la paja una vez efectuada esta selección. La horca presenta múltiples variantes, existiendo de tan solo dos dientes -la versión más primitiva, que se obtenía incluso a partir de rama con esta morfología natural-, y de hasta siete, las llamadas horcas espesas. Un instrumento similar es el bieldo, más apropiado para el proceso de retirada y carga en el vehículo de turno, ya que habitualmente puede poseer más dientes o púas y la cabeza es más rectangular. En una horca las púas nacen todas del astil principal. Aunque no es nuestro caso, es habitual que parte de la horca, ya sea mango, astil o cabeza, puedan estar hechos de hierro.
Fila de horcas. 1970.
Algunos se aprovechan de su barato precio, en torno a 15 euros en tiendas de material agrícola como la de la Cooperativa y mercados especializados, para no tener reparos en golpearla con otras horcas de la fila. Salta algún diente -de la horca, me refiero- y al año que viene horca nueva. Por suerte, cada vez esto sucede menos, y eso que seguimos escuchando de otros festeros mentar a la horca así: “el tenedor o tridente ese gigante que lleváis”. Astillas han volado por menos.
Si a mí me preguntan, existe una belleza intangible en el balanceo asimétrico y caótico de las horcas cuando desfilamos. Porque no existen dos horcas iguales. Alejada de la homogeneidad y uniformidad de las armas de otras comparsas, las necesarias irregularidades en los acabados de la madera, en el tono del barnizado, o algún color que se cuela en el remate del mango o en la punta de las púas -algunas de las cuales las distingue un afilado en bisel-, dan un tono peculiar a los maseros. Además, a pesar de ser probablemente una de las armas más baratas de todas las fiestas, la distinción entre ejemplares acentúa el sentido de pertenencia del dueño por su horca. Preguntadle a cualquier masero, a ver qué os dice.
Un bosque de horcas avanza guiado por Moltó. 2022 (Esteve).
Garrote
Junto a la horca, nos resultaría inimaginable un masero sin su garrote. Así ha sido desde el principio de nuestros tiempos. No obstante, y como ya he anticipado, en las fotografías más primigenias se inmortaliza a personajes como “Rampeta” o Perico “Caratorta” solamente con garrote. Sin horca. El debate está servido. Esta arma masculina no necesita mucha presentación. En nuestro caso, es sin duda el objeto más versátil. Cuando se es niño se va con el garrotico hasta los ocho años, aunque antes se estilaban también las horquicas, más desaparecidas en tiempos presentes. Pero es que de adulto el garrote no falla a ninguna Diana, momento en el cual además nos puede servir para apoyarnos en algún paroncico. También es el arma del Desfile de Nuevos Cargos el Día 9. Siempre al hombro izquierdo sobre la manta, con una excepción: la Procesión. En el solemne Paseo de la Virgen los maseros colgamos el farolico iluminado en la curva del garrote, el cual lo llevamos sujeto bajo el brazo derecho cruzado hacia nuestra izquierda. Así se produce el hipnótico balanceo del farol con su luz, y de todo el bloque en el lento redoble.
José García “Rampeta” en el centro y otros dos maseros con garrote. 1928.
Siendo el objeto masero quizá más extendido o reconocible, lo curioso es que técnicamente un garrote no es un utensilio agrícola. Es una herramienta venida del mundo ganadero y el trashumante. Y es que el garrote es un instrumento fundamental de todo pastor. La aplicación que a todos nos viene primero a la cabeza es la de servir como punto de apoyo para el descanso o el caminar. Nada más lejos de la realidad, esta es realmente su función auxiliar. Y es que su principal desempeño es el de valer como elemento de castigo para el ganado. Salvo algunos momentos de pasión liberada por algún que otro energúmeno como los que mencioné previamente en la horca, no son habituales los garrotazos en la comparsa. Por lo que cuestan no será, ya que una pieza estándar vale en torno a los 10 euros hoy día.
Diseño dorsal del traje masculino y garrote (J.F. Domene y A. Sempere).
Horca y garrote, además, son palabras polisémicas. Ambas tienen distintos significados y ambas, para más inri, también refieren a instrumentos de tortura y muerte. Parte de la historia de España las relaciona. El garrote vil, que venía usándose desde la Edad Media, fue consagrado como el único método de ejecución legal durante el reinado de Fernando VII, en el siglo XIX. Así se preservó hasta los infames ajusticiamientos de Salvador Puig Antich y Heinz Chez en 1974. Pero es que el garrote vil fue el sucesor del ahorcamiento como técnica de muerte más extendida, sobre todo para los plebeyos y personas de baja clase. Esta evolución vino motivada por una cierta consideración hacia la dignidad del reo, que fallecía sentado en el garrote en vez de patalear al aire sobre el patíbulo. El término horca viene de que, en las estructuras de ajusticiamiento más primitivas, los postes laterales sobre los cuales se apoyaba el travesaño con la soga tenían forma de horquilla en su parte superior para aguantar el peso del condenado.
De esta manera vemos cómo horca y garrote, garrote y horca, tanto monta, parecen herramientas ligadas en múltiples contextos, como también lo es su amplia extensión en las numerosas comparsas de labradores y afines en la Comunitat Valenciana. Actualmente, ambas suelen estar fabricadas con madera de almez (Celtis australis, también conocido como lodón, ledonero o aligonero), que respecto a otras tiene un color más claro o blanquecino y mayor dureza y resistencia. Otras más oscuras son maderas de olmo o cornejo, más habitual esta última en bastones. En nuestro anagrama, horca y garrote aparecen cruzados sobre el escudo de Villena. Una muestra más de la relevancia de esta dualidad en los maseros. Y, si ha habido algún momento en que ha sido difícil elegir entre “mamá o papá”, es decir, entre horca o garrote, eso ha sido en las primeras décadas de nuestra historia. Hay fotos de entre 1940 y 1960 donde se atestigua cómo las filas a menudo salían ¡con las dos armas a la vez! Así es. En ese caso la horca se portaba igual que hoy día y, también en el lado izquierdo, el garrote quedaba colgado del antebrazo. Apenas apreciable en el vídeo antes mencionado de las Fiestas de 1929, ya se intuye el garrote en el antebrazo. Una forma que, por rara que nos parezca, fue habitual durante mucho tiempo en los maseros.
Horca al hombro y garrote colgado del mismo antebrazo. Romualdo de cabo y otros ilustres como “Panchana”, Antonio del Rey, Bernardo y Chimo Sarrió. 1956.
Si en nuestro Reglamento poco se precisaba de la horca, menos del garrote: “tradicional de labrador al natural”. Por tanto, también existe un espacio para la fantasía. Aunque menos imponentes que las horcas en el desfile en bloque, garrotes de distintos tamaños, colores y longitudes -los hay de varios metros- también son nuestra seña de identidad. Incluso distintos tipos de madera. En mi familia, por ejemplo, en la Diana a veces portamos una ijá -derivado villenero de aguijada o hijada-, que mantiene la curvatura del garrote pero en el otro extremo deja sobresalir un hierro de doble punta que servía para azuzar a los bueyes o para limpiar la reja del arado. También hay garrotes que en el final del astil llevan un regatón, que es un casquete picudo de hierro que otorga firmeza, no os vayáis por los cerros de Bad Bunny. Por ser el arma que nunca nos falla, en desfiles de mañana, tarde y noche, creo que es posiblemente la más carismática para el socio masculino. Y para muestra, un botón: hay varias peñas que la citan en su nombre: “El Garrote, “Garroticos Tiesos”… Mientras que ninguna menciona la horca. Por algo será, ¿no?
Diana y garrote. 2022 (Fermín TrazoVillena).
Hocete
El hocete es el arma femenina principal y, junto a la horca y el garrote, la única explícitamente mencionada en el Reglamento: “empuñadura de madera con hoja de metal cromado”, el cual suele ser hierro o acero. Como podemos observar, en este caso la descripción es ligeramente más detallada. Quizá lo suficiente para que no haya tanta diversidad entre hocetes, y para que, unido a otros elementos del traje masculino como el bordado del chaleco, los bloques de maseras resulten más uniformes y homogéneos que los de maseros. De hecho, el hocete sí es fabricado por artesanos y las propias socias suelen tener que grabarse sus iniciales o nombre próximos a la empuñadura, tal es el nivel de indistinción que se alcanza a veces en esta arma. En torno a los 60-70€ de coste actualmente, no salen tan económicos como horcas y garrotes, pero tampoco tienen un precio desorbitado. De manera oficial está con nosotros desde 1988, cuando se aprobó la inclusión de la mujer en la fiesta, tanto en socias adultas como infantiles. A diferencia de las principales armas masculinas, el hocete se lleva en la mano derecha, y con la curva acostada sobre el antebrazo a la altura del codo -aunque originalmente se lleva en la mano izquierda cruzando el hocete hacia el hombro derecho-. Un gesto menos marcial y con más donaire, sin duda.
Maseras y hocete. 2022 (Fermín TrazoVillena).
Masericas con hocete en el Desfile de la Esperanza. 2022 (Fermín TrazoVillena).
La peña “La puntica del hocete” honra también la presencia de esta herramienta, que nos evoca inevitablemente a una hoz chiquitica, aunque de curvatura menos amplia y sinuosa. Alta fama ha conseguido, no obstante, cuando este diminutivo tiene más preponderancia en la comparsa que el término original. El hocete, llamado en otras regiones y más a menudo corquete -o tranchete, podall, gañifete-, se utiliza durante la vendimia para terminar de arrancar los racimos de la vid. De manera más genérica, también se denomina podadera para la retirada de matas y ramas.
Corquete, un tipo de hocete (J.L. Mingote Calderón).
Hoz
Aunque antes mencionábamos a la horca como el arma masculina “de gala”, si tenemos que hablar de autoridad y elegancia nuestra arma estrella es la hoz. Porque es la de nuestros cabos, fundamentalmente. Tanto masculinos como femeninos. Cuesta vislumbrar a esta figura guiando el bloque sin la curva abierta danzando y cortando el aire. Es probable que nos acompañe desde casi nuestros orígenes, puesto que se está analizando una hoz dentada y grabada en 1928 recientemente donada a la comparsa. En la comparsa, existe una tradición velada de que nuestros cabos portan hoz. Más adelante hablaremos de algunas excepciones actuales, pero por lo pronto diremos que maseras y maseras casi siempre se han puesto delante de un bloque empuñando esta arma. Unas más grandes, otras más pequeñas, en general con una historia personal detrás o detalles preciosos. Lidia Mínguez, por ejemplo, porta una hoz diseñada por ella misma que evoca una espiga de trigo curvada -aunque el Día 9, como muchas maseras, porta un abanico verde masero-; Gloria Micó tiene grabados unos detalles florales; o Elena Payá entrelazaba pétalos y ramas en la curva de la hoz. En la vertiente masculina predomina la sobriedad, y lo habitual es que Francisco Amorós “Casporro”, Óscar Díaz, Francisco Moltó, José Juan Amorós y Andrés Sánchez cuelguen en el mango algún talismán personal, además de una borla de madroño de color rojo, verde o dorado que sirve para reconocerlos en los concursos de cabos.
Lidia Mínguez portando su hoz de espiga (Ángel Granizo).
Como apero de labranza, la hoz se utiliza para la siega de los tallos, sobre todo de cereales como el trigo. Gracias al interior afilado, con maña y brío se pueden arrancar las mieses. La hoz es un instrumento muy antiguo, pues como herramienta se utiliza desde el Neolítico, aunque las primitivas eran de piedra o hueso. También es un objeto con alta carga de simbolismo, empleado a menudo para representar al campesinado, como sucede con el emblema comunista.
José Íñiguez, recientemente fallecido, portando serio su hoz frente a los Segadores. 1973.
Su peso en nuestra comparsa no se circunscribe solo a los cabos, pues no olvidemos al Grupo Alegórico y Escuadra de Segadores y Segadoras. Su denominación nace a finales de los años 60’, cuando una cuadrilla de maseros -a la postre fundadores del grupo- desfiló simulando la tarea de la siega. Para la posteridad, la hoz fue el anagrama de esta mítica escuadra.
Anagrama de la Escuadra de Segadores con hoz.
Pala
Podríamos pensar que las palas son un arma moderna, pero no es así. Ahora después os contaremos. Pero primero resaltaremos que hoy día es el arma que diferencia a las filas de cadetes masculinos, es decir, los bloques de socios comprendidos entre los ocho y doce años. En este caso no es un instrumento que los permita distinguirlos individualmente, ya que el conjunto de palas de la comparsa se guarda en la sede y son cedidas a los socios durante los ensayos infantiles, debiendo devolverlas al finalizar los días grandes. También de una sola pieza de madera, un barnizado intenso y un acabado con franja verde en la parte superior las hace muy reconocibles. Tienen su gran día en el Desfile de la Esperanza, donde las evoluciones conjuntadas con los hocetes infantiles nos han acarreado años de éxitos.
Cadetes con palas en el Desfile de la Esperanza. 2022 (Fermín TrazoVillena).
En adultos, podemos reseñar las palas en dos situaciones principalmente. Por un lado y aludiendo a lo que ya hemos dejado caer, había una fila de palas antiguamente en la comparsa, como algunas instantáneas de los años 40’ así lo refrendan. Posiblemente la pala se incorporó con la reanudación de las Fiestas en la posguerra. Durante varias décadas sirvió también para destacar al bloque que seguía manteniendo el traje original con zaragüelles, y en los primeros años se simultaneaba también con el garrote en el mismo brazo izquierdo. Por otro lado, la parte masculina de la ya mencionada Escuadra de Segadores desfilaba con palas con su extremo tintado de rojo. Esto sucedía en desfiles que no eran La Cabalgata, pues en ésta escenificaban su memorable alegoría folclórica.
Fila de palas con Antonio Poveda “El Girulo” a la cabeza. 1944.
Diseño del traje antiguo con pala (J.F. Domene y A. Sempere).
“En la vida real”, como solemos decir, la pala que más conocemos acostumbra a tener el astil de madera pero el mango y la cabeza de hierro. En este caso sería para la recogida de material pesado para incorporarlo a una carretilla, o para retirar tierra del suelo con la finalidad de hacer un agujero. Pero en el mundo agrícola la pala sigue siendo de madera toda ella. Es lo que se llama una pala para aventar o para traspalar. La cabeza o lámina es una hoja curva de forma levemente trapezoidal, rectangular o semiovalada. Su labor, como se puede adivinar, es similar a la de la horca: recoger la paja y lanzarla al aire para separarlo del grano, o retirar éste directamente. Pensemos en ella y en la horca como aperos multiusos en cierto modo -con esta pala también se retiraban los excrementos de la caballería-, y consideremos también que con la mecanización agrícola cayeron en desuso a mediados del siglo XX.
Escuadra de Segadores con pala. 2012 (Antonio Gómez).
Farolico
Poco quedará de decir del farolico que no contase ya en el artículo “Los Iluminados”. No siendo un arma como tal, también está presente en nuestro Reglamento: “De madera color verde y forma esférica, encardado de hilo blanco y rematado en la parte inferior con un madroño de lana de varios colores y forma esférica”. Allí hablé largo y tendido de su historia, características y simbólica belleza. Solo recuperaré un par de notas. Que actualmente se vende y manufactura vía Directiva por 50€, aunque se sigue manteniendo la forma de confeccionarlos que empleaba APADIS. Y que solo sale en la Procesión colgando en las curvaturas: las maseras en el hocete y los maseros en el garrote.
Farolico en el hocete durante la Procesión. 2014 (Fotos Fita).
Farolico en el garrote durante la Procesión. 2014 (Fotos Fita).
Otras armas reseñables
Al margen de la retahíla de armas citadas, nuestra comparsa ha exhibido otros aperos relacionados con el mundo agrario que merecen mención. Y otros objetos de pura ornamenta, también. Ya sea por su calado histórico o por su vigencia vamos a contar algunos de ellos. Seguimos a pico y pala.
Espiga de madera
En los años más gloriosos de la Escuadra Nuestra Señora de las Virtudes, más conocida como los “Verdes”, era reconocible verlos portar una espiga grande tallada en madera, con un tono verdoso. Fue su arma original, la que los acompañó allá por los años 60 y 70, aquellos de las majestuosas ofrendas y el lustroso traje de raso verde. Fue un objeto creado por y para la estética del desfile, sin particular parangón con una herramienta real. Como hemos visto a lo largo del artículo, aparecen caprichosas duplicidades en el uso de ciertas armas, sin relación previa. Para este caso, citaremos que Vicente Verdú, que fue cabo de Los Segadores y de oficio panadero, condujo en más de una ocasión a la escuadra con una espiga de madera color trigo.
Escuadra de Verdes en La Cabalgata con la espiga. 1979 (Villena Cuéntame).
Espiga de madera verde donada a la comparsa por la familia de Francisco Rojas.
Diseño del mítico traje de raso de Los Verdes con la espiga de madera (J.F. Domene y A. Sempere).
Guadaña
El actual grupo “Guadañeros” en su origen fue una Escuadra Especial que llegó a estrenar hasta cuatro trajes desde 1994 a 1999. Haciendo honor a su nombre, en la mayoría de los desfiles de aquel lustro portaron grandes guadañas apoyadas en el hombro, aunque también sujetadas con la cuchilla hacia debajo. La guadaña es un instrumento para segar a ras de tierra, con una cuchilla de acero o hierro alargada, curva y puntiaguda. Popularmente asociada a la personificación de la muerte, este voluminoso apero se maneja con las dos manos. Se distingue así claramente de la hoz, que se maneja con una, pese a que se utilicen en la misma tarea. La guadaña, a ras de tierra y con un gran arco de curvatura, favorece una siega más amplia y drástica. El alargado mango suele disponer a mitad de camino de un agarradero que permite asirlo con una de las manos. Así es como la diseñó la propia escuadra, donde también destacamos que los propios componentes manufacturaron las guadañas, las cuales adornaban distintivamente de un año a otro. Como curiosidad cruzada, y para que veamos que nada es tan obvio como parece, cabe comentar que la Escuadra de Guadañeros salió un par de años con hoces en vez de guadaña, en este caso con la curva recostada sobre el hombro. De otra parte, los Verdes en su traje vigente estrenado en 2023 portan una guadaña como arma, en este caso asociada más al actual carácter guerrero de la escuadra.
Escuadra de Guadañeros. 1994.
Escuadra de Verdes con un traje de masero guerrero y guadaña. 2002 (Fermín TrazoVillena).
Bastón y caracolera
En el año 2006, bajo la presidencia de José Sánchez, empezó a desfilar un bloque con bastones rematados por caracoleras. El bastón era una versión más rústica, menos ornamentada, del bastón de mando del Capitán. Más similar a los palos que portan los peregrinos, dedicado a respaldar el paso firme. La caracolera está fabricada en esparto, de forma ovoidal. Se emplean en la colecta de caracoles, que antes de manera tradicional eran trasladados a un recipiente del mismo nombre, pero hecho en barro. En La Entrada el bastón en solitario se empuña como el Capitán, en mano derecha y balanceándolo al paso. Por el contrario, en La Cabalgata sí se incorpora la caracolera en el extremo y se instala dentro una bombilla; y se lleva esta vez apoyado en el hombro izquierdo, como horca o garrote. Una luz que acompaña al bloque, y que nos hace brillar otro día más allá del farolico de la Procesión. En la actualidad podemos encontrar estos bastones en múltiples sitios, incluso personalizables, y la caracolera, en varios tamaños, en tiendas de material agrícola. Por menos de 30€ tienes el conjunto. Toda la tirada del bloque original se encargó en la localidad valenciana de Zarra, del Valle de Ayora-Cofrentes, donde hay una amplia tradición de artesanía en aperos que bien nos sirven a los maseros. Casi veinte años después y todavía desfilando, el bloque de bastones es un clásico.
Como peculiaridad fugaz, huelga comentar que la extinta Escuadra El Señorío de Villena, que desfiló durante la primera mitad de los años 90, portaba como arma un elegante bastón oscuro. Solían engalanarlo con madroños dorados. Ah, y los Segadores también han empleado bastones como arma ocasional.
Fila con bastones y caracoleras del actual Grupo Guadañeros. 2011.
Escuadra “El Señorío de Villena” con bastones. 1994.
Maseros y “armas” en el imaginario: un repertorio infinito
Antes de cerrar este acervo masero, me gustaría enunciar algunas “armas” más que han sido o fueron protagonistas puntuales en la comparsa. Aunque algunas ya las he mencionado en apartados previos cuando eran excepciones al arma mayoritaria que se describía, aún quedan algunas que llamaremos “inclasificables”. Rarezas bonitas y curiosas, o instrumental agrícola secundario.
De una parte, tenemos particularidades de cabos. Juan Carlos Sánchez, quien por cierto fue cabo del Señorío y promotor del bloque de bastones, en la actualidad luce una cepa real de vid. Tratada para evitar su deterioro, es un detalle totalmente personalista y casero que porta desde 2011, cuando la estrenó para la Alegoría del legado agrícola árabe. Radicalmente distintas pero igualmente extraordinarias son las armas de la cabo Isabel Pardo: una gavilla de sarmientos con un racimo de uva y un ramo de alcachofas. Elaboradas ambas por Manuel Díaz en latón con baño de oro, fueron un impagable regalo de su padre.
Gavilla de sarmientos con racimos de uva de la cabo Isabel Pardo.
Ramo de alcachofas de la cabo Isabel Pardo.
Pero, más allá de joyas individuales, en los maseros la fuerza está en el colectivo. Sin ser nosotros pródigos en Escuadras Especiales, éstas nos han brindado objetos que de otra manera difícilmente habrían aparecido en nuestros desfiles. Amén de los ya mencionados en apartados previos, quedan otros. Los Segadores, por ejemplo, aparecieron ocasionalmente con sarmientos, gavillas y con legones cortos. Las Segadoras, como contrapunto, con cestos de mimbre, abanicos, zarandas y pequeños cántaros. Cristina Díaz, cabo de las Segadoras, a veces dejaba de lado la hoz para acompañar a su escuadra con una cepa, una espiga o un ramillete de lirios. A esta pequeña colección, en la que seguro que olvidamos algo, se suman armas que Los Verdes han trajinado en distintas épocas: también legones, layas, azadas, ristras de ajos talladas en madera y varas. Incluso escenificaciones en La Cabalgata donde aparecían hasta máquinas de sulfatar. Mentamos también a las Aldeanas, escuadra femenina de principios de este siglo, que con un sobrio abanico y un sencillo pañuelo de tela blanca dejaron huella.
Segadores con legones.
Segadoras con gavillas de sarmientos.
Escuadra de Aldeanas con pañuelo de tela blanco. 2003.
Pero si algo ha abierto la caja de Pandora en los últimos años han sido las Alegorías, organizadas por Paco Ribera, Toni Payá y Pepe “Pastillo”. En esta representación de La Cabalgata se han multiplicado los instrumentos y herramientas agrarias, algunas incluso de gran formato, aprovechando la diversidad de temáticas: arados, rastrillos, horcates, sacos de arpillera, alforjas, botijas, manojos de espigas, capazos, tijeras de vendimia, carros varios… Un sinfín, si nos ponemos. Subrayamos la Alegoría de 2014, la de las Cinco Campanadas, puesto que el bloque que simuló la legendaria revuelta popular esgrimía una amalgama de trastos utilizados como armas, esta vez sí. Fuera de éstas, ha habido en la comparsa ramalazos distintivos para acentuar boatos o aniversarios, como aquellos llamativos girasoles gigantes que se empuñaban hacia adelante como un estandarte.
Fila de maseros con girasol ornamental gigante.
Con este desfile de aperos y útiles agrícolas y ganaderos que asumimos como armas no podemos, por tanto, pretender mostrar fiereza o marcialidad en La Entrada, Dianas o Cabalgata. No creemos que esto esté en nuestra esencia. Como sí están, por otro lado, la alegría, llaneza y desenfado en nuestro paso. La mayoría de estas armas son relativamente baratas de obtener, algo que también puede hablar de la accesibilidad de nuestra comparsa.
Poniendo punto final, y más allá de las expuestas, una consulta a cualquier catálogo de herramientas de labranza, o una visita a un museo etnográfico pueden ser puntos de partida para recabar nuevas ideas. El sector primario es una fuente inagotable de recursos. Como se ha hecho alguna que otra vez, no solo en los aperos se pueden sonsacar ideas, sino también en los propios elementos arbóreos y vegetales, o en verduras y hortalizas. En este sentido, soy de la opinión que ahí fuera a los maseros todavía nos espera un vasto inventario de “armas” por explorar. Quién sabe si para un nuevo bloque o escuadra especial, o más de paso siendo la estrella en una de nuestras Alegorías. Mientras tanto, a horca, garrote, hocete o pala, desfilaremos jubilosos y altaneras. Ingobernables como un campo de cultivo abandonado de su trabajo.
Anagrama oficial de la Comparsa de Labradores de Villena. Horca y garrote cruzados.
Referencias bibliográficas
Artículos de revista
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Revistas y otras publicaciones
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COMPARSA DE LABRADORES DE VILLENA. Reglamento Interno.
Libros
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Material archivístico
ARCHIVO COMPARSA DE LABRADORES. Actas, material fotográfico, material histórico y otra información complementaria obtenida directamente.
REGLAMENTO INTERNO ASOCIACION COMPARSA DE LABRADORES DE VILLENA.
Videoteca
GOSÁLBEZ AZNAR, I.,1929, Las Fiestas de Villena de 1929. Consultado a través de Villena Cuéntame en https://youtu.be/Z-KFcG488AQ?si=w64ynGLoshhHvSwg
Gracias a Jesús García, Paco Ribera, Francisco Micó, Isabel Pardo, Lidia Mínguez, Juan Carlos Sánchez, Andrés Sánchez, María Sánchez, Cristina Díaz y Vicente Verdú por su inestimable ayuda compartiendo libros, fotos, recuerdos y detalles.